Historia

Trajecillos blancos en la procesión del Miércoles Santo de 2017, en su regreso a San Francisco. FOTO: F. EXPÓSITO

Dice la tradición que era tal el fervor de los cofrades que desfilaban el Miércoles Santo en la procesión de Nuestro Padre Jesús del Huerto que los hermanos, gente humilde en esta cofradía, venían de sus labores en el campo y no les daba tiempo a cambiarse de ropa, por lo que se colocaban las túnicas sobre el traje de faena. Ese fervor por no dejar de salir un solo año en el desfile a pesar del poco tiempo que tenían para asumir la indumentaria cofrade, pues el Miércoles Santo no era festivo, fue el origen de que esta procesión se conociera entre la gente humilde como la de ‘los cuellos sucios’. En la actualidad, es una de las que ha experimentado mayor auge al producirse un importante incremento en el número de hermanos y la consolidación de sus hermandades.

Si por algo hay que distinguir el desfile procesional es por la valía de varias de sus imágenes y por la presencia entre sus cofrades de una de las hermandades más antiguas de la Semana Santa española, como es la Hermandad de Jesús del Huerto, más conocida como de los Trajecillos Blancos

De las imágenes más destacadas que procesionan en la Semana Santa de Baena, tres de ellas lo hacen en la noche del Miércoles Santo. La primera de ellas, la de Nuestro Padre Jesús del Huerto, ha polarizado durante muchas décadas con la de Jesús Nazareno, siendo aquella desde siglos el símbolo de la cola blanca. El paso es de vestir, con cabeza, pies y manos, en madera tallada policromada y datada en el siglo XVII. Las imágenes de Jesús de los Azotes y de Jesús de la Ventana se atribuyen al taller de José Risueño y José de Mora, respectivamente. La otra gran particularidad de la procesión del Miércoles Santo es el desfile de los Trajecillos Blancos, una hermandad que ha estado integrado siempre por personas de la clase más humilde y que a lo largo de los siglos ha sufrido etapas de crisis que llegaron incluso a hacerla desaparecer.  A pesar de que sus orígenes no se han podido verificar, Antonio Cubillo Pérez hace referencia a que ya en el año 1627 don Antonio María de Marichica, prócer de Baena, encarga en su testamento que se costeen a su peculio veinte trajecillos blancos. Su indumentaria se compone, según la describe Cubillo Pérez,  «de chaquetilla blanca con madroñeras blancas adornando a ambos lados de su centro. Esta chaquetilla sólo llega a la cintura. Falda primorosamente bordada con calados y primeros… Entre sus calados y a la luz de la vela que portan se trasluce el pantalón negro… Llevan cinto negro bordado en oro o con lentejuelas de ese color brillante, y se tocan con una especie de gorro goyesco, (con el frontil clásico de las antiguas hermandades de Baena) y termina por la espalda con un rizo primoroso que cuelga hasta la cintura».

 

La procesión